lunes, 12 de noviembre de 2012

¿QUIÉN REDACTA LOS ESCRITOS EN UNA EMPRESA?


Sabido es que no todas las empresas y organizaciones disponen formalmente de un departamento de comunicación institucional. Sin embargo, gerenciada o no, ella existe y es inocultable.
De esto se desprende que, inexorablemente, siempre existirá alguien que conciente o no de ello, estará encabezando una acción comunicativa (una llamada telefónica, una respuesta vía mail, etc.). Ahora bien, en esta oportunidad nos dedicaremos a pensar quién es el colaborador más apto para encargarse de las piezas escritas de comunicación en una empresa.
Posiblemente, en aquellas organizaciones sin una gestión comunicacional planificada, cada material escrito estará diseñado por un integrante del área que esté emitiendo ese mensaje. Así, cada sector tendrá su propio “comunicador” para aquellos momentos en los que necesitan informar, persuadir, pedir o contar.
Sin embargo, se corre el riesgo de perder identidad institucional puesto que cada representante funcional incorporará a su texto formas, estilos y mecanismos de escritura diferentes y eso, analizándolo holísticamente, repercute en la formación de un discurso único, factor clave para una reputación sostenida (imagen institucional).
La figura del redactor corporativo viene a dar respuesta a esta cuestión, convirtiéndose en el “unificador” y en el “guardián” de los modos de expresión que hacia fuera (o hacia adentro) la institución manifiesta.
Entonces, ¿Cuáles son las características básicas que este redactor deberá poseer?
Primero y principal: técnicas y herramientas de escritura. Esto se adquiere. No hay dones divinos que nos permitan escribir bien. Hay que estudiar, leer y practicar. Por otro lado, no tener errores ortográficos, algo que también se aprende y que día a día es más sencillo de solucionar gracias a las correcciones automáticas de las computadoras y a los diccionarios online que encontramos en Internet.
También es importante contar con algunos criterios de redacción: criterios de relevancia (saber discernir entre lo importante y lo secundario), criterios de precisión y concisión (olvidar el precepto de “más es mejor”), criterios de adecuación (amoldar el texto a la situación contextual y a las características de los receptores).
Finalmente, las tendencias profesionales y académicas de un redactor deberían apuntar a estudiantes o graduados en letras, relaciones públicas/institucionales o comunicación social. Esto no significa que alguien dedicado a otra profesión no pueda ocupar el lugar de escritor. De hecho, cualquiera que maneje las aptitudes anteriormente descriptas y tenga experiencia en el mundo corporativo estará listo para cumplir este papel.
Y si estás trabajando en una empresa que no dispone de redactores y consideras que cumplís con estos atributos, no esperes más. Acercate al directorio, elabora una propuesta, ofrece tu servicio y verás los resultados. Las empresas necesitan personas con iniciativa… ¡Hacé la diferencia!